De las montañas de la Serranía de los yariguíes en el departamento de Santander nace Café Doña Elena. Cada grano tiene su historia de amor y fuerza que lo caracteriza al hacerlo absolutamente placentero. Las manos campesinas de la mujer lo cultivan con entrega absoluta, manos de quien sabe cuidar de cada momento, recogiendo así el mejor fruto. El Café Doña Elena es suave y auténtico y tiene el aroma perfecto para acompañar todo buen inicio.